Un cuento de navidad, segunda parte

Para los que ya leyeron Un cuento de navidad. Acá va la segunda y última parte.

 

Una historia de navidad judeo-norteamericana de los años cincuenta (continuación)

 

“¿Qué son ‘reyes supuestamente’?”

“Quise decir que es sólo una historia”.

¿”En que países tenían sus reinos? ¿Por qué venían en camellos?”

“Traían regalos para el niño”.

“¿De dónde es Santa Claus?”

“¿Qué? En el polo norte, supongo. Vamos David, larguémonos”.

El tomó mi mano, pero no me moví. “¿Cuándo  lo crucificaron a Jesús?”, le dije “le pusieron clavos”

“¿Qué? ¿Cómo te enteraste?

“La película. La de la salida de baño[1]

“¿Cuál?”

Una tarde de la última Pascua, junto con mi hermana Linda, habíamos visto “La salida de baño” por televisión. Hay una escena maravillosa en la que Richard Burton, interpretando a Marcelo, un tribuno romano, llega, junto con un centurión, al palacio de Pilatos. La escena comienza con Pilatos lavándose las manos. Cuando Marcelo entra, Pilatos dice que tiene la última tarea para él antes de que el tribuno parta para su nuevo destino en Capri. “Una ejecución… tres criminales. Uno de ellos es un fanático. Puede haber problemas”.

Pilatos dice que “ha tenido una noche difícil” y, con aspecto aturdido y distante, pide una palangana para lavase las manos. Un esclavo le dice que se las acaba de lavar hace un minuto. “Es cierto”, dice Pilatos y sale como un zombi.

Luego, el centurión le hace a Marcelo la que quizás sea la pregunta más hilarante y socarrona de la historia del cine “¿Es tu primera crucifixión?”

“Sí”, balbucea Marcelo, mirando el rollo de pergamino que contiene las órdenes”.

“¿Qué?”, dice el centurión. “¿Nunca has crucificado a nadie?”

“La película donde le hace llevar a Jesús una gran cruz cuesta arriba”, le expliqué a mi padre, “así podían martillarles clavos en las manos y pies para colgarlo en la cruz”. Mi hermana, que era seis años mayor que yo me había dado una descripción gráfica de la crucifixión, con sangre saliendo a chorros  huesos astillados.

“Te refieres a ‘El manto sagrado’ “, dijo mi padre. Los dos permanecimos en silencio por algunos segundos, contemplando al niño de yeso rosado en los brazos de su madre, y con una muy mala muerte en el futuro.

“Linda dice que Jesús era judío, pero los judíos querían matarlo de todas maneras. ¿Qué era él, papá, judío o cristiano?”

“Era judío”, respondió. “Los cristianos no se habían inventado todavía”.

“¿Pero el pueblo judío no lo quería ver muerto?”

“Tenemos que irnos, David”, dijo mi padre tirando de mi brazo.

“Pero…”

“Ya te contaré, pero ahora sigamos paseando”.

“¿Matan a los camellos para hacer nuestros abrigos?”. No respondió esa pregunta.

Empezamos a caminar. “Esta es la historia de Jesús, en pocas palabras”, dijo. “Cuando creció, le empezó a decir a todo el mundo que él era hijo de Dios, y…”.

Miré hacia la iglesia y agregué. “¿Pero él no era el hijo de José y María? ¿No vino de su mamá?”.

“Sí, pero él decía seguía diciendo otra cosa. Seguía diciendo que su madre era virgen”.

“La virgen madre y el niño”[2], pensé. Pero ella no había mirado a su alrededor.

“Les dijo a todos que Dios lo había enviado a la tierra para ser su hijo y salvar el mundo. Supuestamente”.

“Luego, ¿qué pasó?”.

“Comenzó a deambular por todas partes en Israel, enseñando a la gente sobre religión y reuniendo un grupo de seguidores que comenzaron a testificar que estaba haciendo milagros…”.

“¿Qué son milagros?”.

“Trucos. Como los trucos de magia. Como caminar sobre el agua”.

“Pero no puedes hacer eso”, dije. Pero ya estaba pensando en que lo intentaría el próximo verano cuando fuéramos a la playa.

“Por eso son milagros. Pero tienes razón, todo eso fue un montón de tonterías. De cualquier manera, los otros judíos, los que estaban en el gobierno, empezaron a escuchar que él decía que era hijo de Dios, y se pusieron como locos”.

“¿Por qué?”.

“Se creyó más grande que sus pantalones”. Esto es lo que entendí, me lo habían gritado varias veces, e incluso recibido palmadas un par de veces por el mismo delito.

“Por eso, como continuó diciendo las mismas cosas, se quejaron ante los romanos, que gobernaban a los judíos y a todos los demás en aquella época, y el resto es historia. Pero nadie culpa a los romanos. Todo el mundo culpa a los judíos, por eso hemos tenido tantos problemas con los cristianos. Incluso actualmente.

“Nos odian porque tenemos coraje. Me lo dijo Linda.”

“No todos ellos. Algunos, pero no todos ellos”.

Durante un par de cuadras pensé en todos los cristianos que conocía ─mi profesor, algunos amigos de colegio, la señora encargada de la limpieza, el ascensorista─, preguntándome cuáles me odiarían por mi coraje. En avenida Lexington, doblamos hacia el centro. Enfrente de Bloomingdale’s pasamos frente a un Santa Claus del Ejército de Salvación.

“¿Santa Claus es Dios?, pregunté. “¿Es el padre de Jesús?”

“¿Qué? No. Basta de preguntas, David”. Ahora podíamos ver el negocio a una cuadra de distancia, y la cabeza de mi madre en la ventana.

“¿Es cristiano?”

“Sí es cristiano. Se basa en algún santo. El encargado de los regalos. Hablando de eso…”. Levantó la bolsa de papel y me sonrió. “No le digas a tu madre lo que hay aquí”.

“¿Es por eso que puede entrar en nuestro departamento, aún cuando no tenemos chimenea y las puertas están cerradas con doble llave? ¿Eso es un milagro? ¿Como caminar sobre el agua?”.

“No sé. Pregúntale a tu madre”.

“¿Por qué celebramos Navidad, ya que Santa Claus es cristiano y nosotros judíos y algunos de ellos nos odian?”.

“Porque somos norteamericanos”, respondió. Sus ojos estaban fijos en la tienda.

“Pero si nos odian…”.

“¡Basta de preguntas, David!”. Me miró y agarró mi mano más fuerte. “Es sólo una festividad, así podemos hacer regalos, ¿entiendes? Eso es todo. Asunto terminado.

“Pero en Janucá también se pueden dar regalos”.

“Ay”, suspiró. “Janucá es muy largo. Hacerlo todo el mismo día tiene más sentido. Algunos de nosotros tenemos que trabajar”.

“¿Qué es una virgen?”, pregunté mientras tropezaba detrás de él cruzando la calle 61.

“Alguien de Virginia”, respondió.

 



[1] Juego de palabras, robe en inglés puede significar manto o capa, también bata de baño. Alusión a la película The robe (1953), conocida en español como El manto sagrado, que trata de la pasión de Cristo.  El manto sagrado ganó varios premios Oscar en 1954, entre otros: mejor película y mejor actuación (N. del T.).

[2] Alusión a una estrofa de “Noche de paz”, canción que David cantaba con su madre Estelle para Navidad y que él no entendía de todo. La estrofa es “Round yon Virgin Mother and Child” (Alrededor de ti Virgen Madre y Niño) (N. del T.).

 





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