Un antepasado

7 de enero. Hojeo las 300 páginas de un libro en formato pdf. que bajé hace un par de semanas de la Marine Corps University Library de Quantico Virginia. Me costó meses de navegación por la web encontrarlo, si no este libro -cuya existencia ignoraba hasta la primera semana de diciembre 2015-, uno que me satisfaga. Yo buscaba una historia sobre los clipper ships escrita por alguien de la época que supiera, pero ignoraba a si este libro existía. Existe, lo tengo y no pienso dar su título, solo que fue publicado hace 105 años en New York por Putnam's Sons. Tampoco pienso dar el nombre del autor, que fue capitán de clipper ships primero, historiador naval y escritor después; además tuvo como amigo de la infancia al mítico Donald McKay, a quien le dedica el libro -los que conocen me entienden, uno de los más renombrados constructores navales de clippers-, hasta acá yo no podría pretender mejor Virgilio de guía en mis singladuras por el Atlántico y el Pacífico. Veo el índice y un nombre se enciende como un faro (beacon), Philip Dumaresq. En el siglo pasado, cuando yo trabajaba para una editorial de Boston que tenía su sede en Beacon Hill conocí a John Dumaresq -precoz calva brillante y un cabello oscuro que le crecía en los parietales y la nuca-, uno de los encargados de la división internacional. Le pregunté por su apellido, me respondió sonriendo que, créase o no, era de origen inglés, herencia de algún antepasado que desembarcó con Guillermo al Conquistador, y de allí a Boston. Hago el balance de aquel viaje, el primero que hice a los Estados Unidos, traje varias cosas de las que se cargan no en valijas sino en la memoria: el Parker House Hotel, en la esquina de Beacon Hill, donde me alojé y al cual volví años después, en busca del numen de otro bostoniano que supo frecuentar un grupo literario en uno sus salones, el marino de California Clippers primero, abogado y escritor después, Richard Henry Dana; un fiel romance con New York, el MOMA y el Met, el Guernica de Picasso -por ese entonces en el MOMA- y el inicio de mi afición por el Dry Martini -shaken not stirred-. De ese viaje que me llevó a Nueva York y a Boston también me traje este apellido, años dormido en mi memoria y que despierta al hojear mi libro impreso en 1911. Ahora, la fugaz ojeada de mi personaje desconocido pero de apellido familiar.

Philip Dumaresq (1804-1861), pasó a ser uno de los más respetados capitanes de clippers cuando, al mando del Antelope en 1863 fue el primero en cruzar el estrecho de Formosa durante la época de los monzones, ganándole al respetado monzón del noroeste. El Antelope, era un opium clipper, por los años en que el opio, además de una droga era un componente muy importante en la farmacopea. Sé que deberé empezar a leer este libro después de marzo, el protagonista de mi novela 1872, viajará desde la capital imperial de Edo a Boston en un clipper ship. En la página 130 del pdf. veo una foto de Philip Dumaresq, chaqueta de capitán con discretas charreteras y solapas de seda, camisa de pechera almidonada y cuello wing, corbata de moño, las patillas se extienden en una sotabarba; una familiar precoz calva brillante y un cabello oscuro que le crece en los parietales y la nuca.