Escritor argentino

 
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Elogio del Dry Martini
Por Danilo Albero Vergara
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9 de julio, sábado. El domingo 19 de junio, mientras revisaba unas notas y escribía acerca de las charlas literarias con Paola mi peluquera, escuchaba por Internet la mítica WWOZ New Orleans 90.7 FM, una de las dos radios a las que me conecto ni bien prendo mi ordenador -mi otra opción es WWNO - 89.9 FM New Orleans-. Y dije mítica porque uno de los personajes más entrañables de la serie Treme -que transcurre en Nueva Orleans desde el huracán Katrina hasta la asunción de Obama a la presidencia- es Davis McAlary que, entre otras cosas, en la ficción es locutor de WWOZ. Nunca he escrito sobre mi amor con Nueva Orleans, quizás porque sigo al pie de la letra ese postulado de Horacio Quiroga de su decálogo del perfecto cuentista "No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino." Por eso dejo New Orleans, mis emociones, mi permanente nostalgia por ella y sus dos radios para otro momento.

De mi escucha radial del día 19 de junio rescato una efeméride que ignoraba; en Estados Unidos, esa fecha corresponde al National Dry Martini Day. Ni bien el locutor informó de ese aniversario me puse a buscar por Internet y me enteré de que no se trataba de un delirio -mi primera impresión fue que esa información se debía a un exceso de Dry Martinis del locutor de WW0Z-. Encontré una página del National Day Calendar que lo corroboraba, aunque también aclaraba que no se podía especificar quién fue el creador ni cuándo se empezó a celebrar tan egregia fecha. Mi pesquisa sobre esta conmemoración me hizo ruido con las locales, porque muchas veces, durante el desayuno -lo hacemos escuchando radio- en algún momento una locutora -o locutor- recuerda "Hoy es el día de..."

Por eso antes de empezar a escribir estos recuerdos, busqué las efemérides argentinas, ignoro si hay otras listas pero las dos que encontré me revelaron que hay 173 días del año destinados a todo tipo de actividades, profesiones, parentescos e instituciones. Investigué sobre algunos de estos días y las razones y fundamentos para asignarlos. Verifiqué que, en su gran mayoría, los considerandos son tan vagos e imprecisos como las efemérides del National Day Calendar y el National Dry Martini Day. En contrapartida, hay días de festejos para todas la inquietudes, gustos, inclinaciones y oficios; como el día de la DGI (10 de enero), del escultor (6 de marzo), del niño por nacer (25 de marzo), del remero (11 de abril), del decorador (12 de abril), del inventor (8 de julio), de la suegra (26 de octubre), del pedicuro (3 de noviembre). Ahora, veo que en nuestras efemérides faltan varias instituciones o actividades caras a nuestra cultura que no figuran, pese a tener mérito, y fuerte presencia en nuestro ser nacional; pienso en el día nacional del escrache o en el día nacional del barra brava o en el día nacional del mate o en el día nacional del dulce de leche o en el día nacional del corte de calles y rutas.

Ahora, en mis recuerdos no puedo rescatar el nombre de la persona que me hizo conocer e ingresar en la literaria Secta del Dry Martini, sí el lugar, mes y año. Fue en el bar The Last Hurrah, del literario hotel Parker House en Boston. Esto fue a mediados de enero de 1979, año que vi el Guernica de Picasso por primera vez, cuando todavía estaba en el Moma de New York y empecé a trabajar, como representante en Sudamérica, para una editorial bostoniana que no se le iba a la zaga en abolengo al hotel donde me alojaba, Houghton Mifflin Company. También recuerdo que, por las noches en mi cuarto, veía por televisión los incidentes callejeros en Teherán, previos a la caída del Sha de Irán, antes de la llegada del Ayatollah Khomeini.

Muchos años después, cuando leí el libro que iluminó a Melville para escribir Moby Dick -y no solamente el libro sino las charlas y correspondencia que Melville tuvo con su autor-, Dos años al pié del mástil, me enteré de que Richard Henry Dana, integrante de lo que se dio en llamar "el renacimiento (norte)americano" -la aclaración entre paréntesis es mía- formó, además, parte de un conspicuo grupo literario, el Saturday Club. Y este nombre tiene su origen en la costumbre de sus miembros de reunirse el último sábado de cada mes en el bar del Parker House para tener sus sesiones. Demasiadas coincidencias y afinidades literarias con mi iniciación con el Dry Martini.

Escribo estas líneas y me imagino a Richard Henry Dana contándole, entre otros, a Thoreau y a Emerson sus experiencias como marinero que le permitieron escribir Dos años al pie del mástil y, a su vez, escuchando las experiencias y comentarios de sus contertulios. No me los puedo imaginar bebiendo Dry Martinis -shaken not stirred como lo recomienda el double o seven- porque todavía no se habían inventado.

Sé que Buñuel dijo alguna vez que el mejor Dry Martini se tomaba en el bar del Plaza en Nueva York y discrepo -¡ay de mí!-, el mejor lo he bebido en Albuquerque, más conocida por Breaking Bad que por tradiciones literarias de fuste. La historia literaria y las leyendas de ese coctkail superan la de una antología; entre otras, que Churchill, en vez de una gota de vermouth francés -lo cual me parece excesivo- se limitaba a pedir el vaso con gin y un par de aceitunas y mirar hacia el canal de la Mancha en dirección a Francia, era suficiente. Una de sus variantes del Dry Martini, el Montgomery, debe llevar 15 partes de gin y una de vermouth -también me parece excesivo el vermouth- y una cebollita en vinagre en vez de la aceituna -o las aceitunas-; lo de 15 a 1 es -cuentan los que saben- porque era la proporción de soldados a su mando que Monty acumulaba antes de atacar a los alemanes, es decir 15 de los suyos por cada uno de los otros. También se dice que era uno de los tragos preferidos de Robert Capa y Hemingway, quien le dedicó un pasaje en Adios a las armas y es muy difícil imaginar a Scott y Zelda Fitzgerald sin sus Dry Martini. Es más, creo que esa opción etílica marca profundas diferencias ideológicas. Yo diría que John Wayne y George Bush están del bando del bourbon; ahora, Humphrey Bogart, John Kennedy y Pat Derian (que falleció este año, cuatro días después de nuestro día del futbolista), un Dry Martini. Es una simple especulación.

Aunque en este momento por WW0Z están pasando One Scotch, One Bourbon, One Beer, en la versión de John Lee Hoker, no es mala propuesta. Y no creo que ningún ortodoxo miembro de la Secta del Dry Martini le parezca un mal intermezzo.

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